La Fe. El Camino Bíblico para La Salvación

Rafael, La pesca milagrosa año 1515

La fe. El camino bíblico para la salvación. de Sky Cline.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” Hebreos 11:6.

Las personas no heredan la fe de sus padres. Cada persona debe pasar de “muerte a vida” (Juan 5:24) para convertirse en “hijo de Dios” o en “cristiano”. Nadie es por naturaleza hijo de Dios. Nadie nace cristiano.

La primera llave para cruzar el puente de la muerte a la vida es la fe. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Por lo tanto, la fe es la visión sobrenatural de la realidad espiritual. Es una visión o convicción que Dios da a las personas. Es un don, (Efesios 2:8-9). Es milagrosa. Así como los ojos perciben el mundo natural, la fe percibe lo sobrenatural. La fe son los lentes que nos permiten ver el mundo al cual somos naturalmente ciegos.

La primera realidad de la fe es que tengo un problema. El problema es que mi naturaleza esta corrompida, contaminada. Soy impuro. Fui manchado por esta enfermedad universal llamada, “pecado”, la cual impregna mi misma naturaleza, el centro de mi ser, mis pensamientos, motivaciones, elecciones, acciones e inactividades. Es pesada. Es mortal, (Jeremías 17:9, Juan 16:8, Romanos 3:9-18, 6:23).

La segunda realidad de la fe es que mis pecados y corrupción merecen ser juzgados. Merecen castigo. Estoy bajo la condenación del Juez justo del universo. Temo a la muerte. Temo el juicio, (Proverbios 9:10, Lucas 23:40, Romanos 2:5).

La tercera verdad revelada de la fe es que Dios proveyó una forma para solucionar el problema de mi corrupción mediante la muerte de su único Hijo en la cruz. Dios no me dejó bajo el peso de la condenación. Dios demuestra su amor inmensurable por mí poniendo mis pecados y castigo sobre su Hijo, (Isaías 53:5, Juan 3:16, Romanos 5:8).

En vista de este despertar espiritual puedo arrepentirme verdaderamente. Me aparto del pecado y me vuelvo a Dios para que quite mis pecados y me limpie. “Veo” por medio de la fe que Dios solucionó el problema de mi pecado mediante la muerte de su Hijo. Veo por fe que puedo “recibirlo”. Recibo a Jesús como mi Salvador (de mis pecados) y Señor (amo de mi vida), (Hechos 2:38, 20:21, Juan 1:12, Romanos 10:9).

La fe me guió por el camino de la salvación. Por fe soy una “nueva creación”. Recibí el Espíritu Santo y soy una nueva persona. Yo no soy una persona contaminada por el pecado a los ojos de Dios, ni tampoco estoy bajo su justo juicio. Mi peso desapareció. Soy libre, estoy limpio y renovado. Soy un hijo de Dios, (2 Corintios 5:17, Efesios 1:13, Juan 1:12, Juan 8:32, Hechos 3:19-29).Estoy bautizado en el cuerpo de Cristo. El bautismo representa mi muerte en el pecado y mi muerte al pecado así como mi “nueva vida” y “unión” en Cristo, (Hechos 2:38, Romanos 6:3-4, 1 Corintios 12:13).